Una persona que se encuentra en camino al éxito, que ha tenido la paciencia, valentía, y perseverancia para alinear sus objetivos de vida, y más importante que ha logrado el autocontrol de sus impulsos inmediatos, deberá estar preparado para sobreponerse a ciertas presiones intensas que a veces son más poderosas que ella y la tumban por periodos o ciclos; estas son la depresión y desesperación que nos acechan a todos por el fracaso asociado con intentar cualquier cosa de valor en esta vida.
Existe una extraña inconsistencia dentro de nosotros, donde nuestras emociones se mueven a veces como barcos en altamar a expensas de mega olas incontrolables aun por el mejor marinero. A veces nos encontramos optimistas de todo lo que nos pasa y nuestras expectativas de lo que estamos logrando. Pero de repente pasa algo negativo o inesperado, o agarramos una racha de derrotas intensas que nos mandan a la lona con melancolía y poca fe en nosotros mismos. El ser humano promedio se balancea entre el temperamento de grandeza cuando hace algo distinguido que causa apreciación por las personas que lo rodean; y el sentimiento de fracaso y humillación cuando se equivoca y queda mal en público o pierde algo de valor. Y para las personas ambiciosas que persiguen los objetivos grandes de la vida, el columpio del péndulo entre la euforia y la depresión suele ser más brusco. De hecho, el éxito máximo no se obtiene fácilmente precisamente porque no cualquiera aguanta el martirio de la derrota y humillación mucho tiempo. Solo muy pocos son los que perseveran resilientemente con sus convicciones y llegan a la realización personal con autonomía absoluta.
La clave es cultivar la capacidad de vibrar más arriba de las presiones de los estados emocionales cambiantes que tienen preso al individuo que no conoce como dominarse. Nuestros estados cambian de acuerdo a lo que nos pasa como un poderoso péndulo. Sabiendo esto podemos utilizar el sufrimiento para desarrollar una vida creativa o fomentar una visión espiritual bajo el entendimiento que el tormento templa el alma. Es decir, utilizamos nuestras propias debilidades inherentes para desarrollar nuestra resiliencia y capacidad de mejorar con los fracasos. Utilizando el periodo posterior al fracaso como una reflexion profunda y una motivación para seguir trabajando en nuestros aspectos más flacos. La batalla con nuestras inseguridades es de por vida, y es parte del proceso de crecimiento de cualquier individuo. Algunas personas conquistan sus inseguridades mejor que otras y sus logros son directamente proporcionales al resultado de este conflicto interno. Las personas perseverantes, aunque tienen inseguridades, son lo suficientemente valientes para dominarlas para seguir adelante imperturbables.
Para la persona que busca objetivos a la larga debe tratar de conseguir la consistencia en sus actividades que le llevan a alcanzar sus metas. Aunque las olas de nuestras emociones son incontrolables en ocasiones, cuando se lleva una labor de trabajo constante es más fácil conllevar las furias de las tormentas de nuestros estados de ánimo. Ser consistentes nos permite agarrar la energía positiva en los días buenos que se convierte indispensable para aguantar la dolencia de los días malos. Por medio de la rutina diaria disciplinada podemos mantener nuestros objetivos vivos en nuestra mente inclusive los días que queremos rendirnos y dejarlo todo. Nuestra dedicación a nuestros sueños nos consuela en los momentos de dolor.
Ahora; existe un riesgo enorme al enfrentar esta inconsistencia. Donde se puede caer en el razonamiento negativo de justificar los medios por el fin último, llegando la presión a niveles extremos que nos llevan a querer buscar atajos fáciles, y faltos de ética. En los deportes se llega a la trampa y a la violencia cuando no se pueden controlar las presiones internas de largo plazo. Donde se convierte clave saber que cualquier acción negativa por lo general tiene como consecuencias algo similar; desde el concepto del karma hasta la tercera ley de newton nos confirman esta advertencia.
En los deportes, se combate esta incertidumbre con una consistencia en el ritmo de trabajo, pero con la estrategia de avance y retirada. Es decir, avanzando firmes con un método de trabajo hacia un objetivo, pero si se encuentra repetidamente el fracaso tener el valor y la visión de retirarse e intentar otro plan de ataque diferente que pueda traer mejores resultados. El fracaso en los deportes que lleva a la depresion y desesperación se debe utilizar como maestro para afinar nuestros detalles para cumplir con nuestros planes a la larga.
En la academia CECAF, tratamos de inculcar en nuestros alumnos el concepto de la Neutralización: Que significa mantener la calma en todo momento durante un encuentro ríspido o intenso; Mantener la esperanza después de las derrotas fulminantes; Entender que los reveses son instructores que nos ubican lo que debemos perfeccionar. Así nuestros pupilos aprenden que los objetivos son a largo plazo y en el camino se debe primero aprender y sufrir, para mucho después poder disfrutar.
Ya pronto estaremos regresando a hacer lo que nos gusta tanto; mientras debemos ser pacientes y en completo control de nuestros estados mentales y los ciclos en los que se nos presentan. Debemos tener objetivos a largo plazo que nos iluminen cuando la noche es obscura, debemos ser constantes en la realización de nuestros planes de trabajo y finalmente debemos ser capaces de mantener la calma estando neutralizados aguantando las más fuertes de las tempestades sabiendo que todo pasa con el tiempo. Con esperanza intensa que viene lo mejor para todos.
Abrazo fuerte y cuídense mucho,
¡Dale CECAF!
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